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Los Incas eran una civilización de América del Sur, situado a lo largo de la Cordillera de los Andes. Aparece en Age of Empires II: The Forgotten como una civilización de infantería que ofrece una economía robusta y que se especializa en la infantería que los hace similares tanto en los Aztecas como en los Mayas. Tienen bonificaciones económicas que ayudan al obtener una llama como fuente de alimento libre temprana, Granjas rápidas y ahorro de piedra en la construcción de fortificaciones. Poseen dos unidades únicas: el Hondero y el Kamayuk, además de contar con dos tecnologías únicas: Huaracas y Postas, favoreciendo a la infantería y a los arqueros, respectivamente

Características

Especialización
  • Civilización de Infantería.
Bonificaciónes Especiales
  • Al comenzar la partida, reciben una llama gratis
  • Las casas admiten +10 de población
  • Los edificios cuestan un -15% de piedra
Unidades Únicas
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  • Hondero


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  • Kamayuk
Tecnologías Únicas
  • Guaracas: Los Guerrilleros y los Honderos no tienen ALC mínimo
  • Postas: Los Kamayuks, los Honderos y los Guerreros águilas se mueven un 10% más rápido
Bonificación de Equipo
  • Las Granjas se construyen un 50% más rápido

Unidades no disponibles

Todas las unidades del Establo en general, contando la línea del Arquero a Caballo en la Galería de tiro con arco. Tampoco están disponibles: Artillero Manual, Buque de Demolición Pesado, los Galeones Artillados, Cañon de Asedio y Onagro de Asedio.

Tecnologías no disponibles

Pureza de Sangre, Ganadería, Dactilera, Armaduras para la Caballería, Fervor, Expiación, Letras de Imprenta, Arquitectura, Torre de Bombardeo, Sierra a Dos, Gremios y Táctica de los Partos.

Diálogos

  • ari (sí!)
  • jai (¿qué?)
  • aytippe (ataque!)
  • qu'utiya (ataque)

Historía

Los incas fueron los gobernantes del último gran imperio aborigen de América del Sur y fundadores del estado precolombino de mayor extensión de todo el continente. Originariamente constituidos por una pequeña tribu de la zona de Cuzco, Perú, los incas crearon un reino que para comienzos del siglo XV se había convertido en una potencia imperante en los Andes Centrales.

En el año 1438, su poderío se vio desafiado por el reino de los chancas, cuyo líder no veía con buenos ojos la supremacía de la cultura incaica. Los incas lograron repeler la invasión de los chancas y como respuesta emprendieron una expansión a gran escala que continuó de forma ininterrumpida por casi un siglo.

El Imperio incaico fue instituido como tal por Pachacútec Inca Yupanqui tras lo sucedido tras la frustrada invasión de los chancas en 1438. Pachacútec era el menor de los hijos del rey Viracocha Inca, soberano de los incas desde 1410. Cuando Viracocha, junto con quien él había nombrado su sucesor, Inca Urco, abandonó Cuzco aceptando la rendición ante los chancas, Pachacútec fue el que defendió la ciudad con las pocas tropas que quedaban. En los años que siguieron, este primer emperador incaico ejerció sus funciones estrechamente con su hijo, Túpac Inca Yupanqui, instruyéndolo en los saberes de la guerra pero dejando de lado los temas relacionados a la administración imperial. Como consecuencia, Túpac se convirtió en un gran líder militar, llegando a ampliar enormemente los dominios del imperio pero incurriendo en el riesgo de la sobreexpansión.

La economía y la sociedad incaica se sostenían por medio de una estructura piramidal de jerarquías (castas y clases) en la cual los miembros de la élite redistribuían las riquezas del imperio entre aquellos que les juraran obediencia. A quienes se encotraban en lo más bajo de la pirámide social se les proporcionaba lo suficiente como para sobrevivir, y protección ante agresiones en tanto no quebrantaran ninguna de las tres leyes básicas "Ama Suwa, Ama Llulla, Ama Quella" (no robar, no mentir, no holgazanear). Por otra parte, el Tahuantinsuyo (nombre dado al territorio del imperio) se encontraba sobre una de las mayores reservas de oro y plata del mundo, lo que la llevó a ser una de las civilizaciones más ricas (si no la más rica) del planeta en aquella época.

En lugar de confiar en la fuerza bruta o grandes desarrollos tecnológicos, el ejército incaico superaba a sus enemigos mediante efectivas tácticas militares, destacando raudos ataques altamente coordinados, así como también a través de la adaptación de sus tropas a los diversos terrenos del oeste de Sudámerica, lo que resultaba posible gracias a la gran disciplina impartida a sus guerreros.

Al enfrentarse a los huancas, los incas emplearon asaltos rápidos para tomarlos por sorpresa y de esa forma evitar un conflicto más largo y dificultoso. Contra el reino Chimú, que se distinguía por contar con los mejores metalurgos de la América precolombina (y posiblemente con las tropas mejor equipadas del Nuevo Mundo antes de la llegada de los europeos), los incas aprovecharon las características desérticas del terreno y cortaron el paso de los ríos que fluían hacia la poderosa capital chimú, Chan Chan, forzando su rendición.

El Ejército Inca era un cuerpo multiétnico formado por guerreros de los distintos pueblos que habían conquistado durante su expansión, donde cada uno solía llevar sus propias armas y destrezas al campo de batalla. Es por esto que no era raro para el ejército imperial incaico incluir arqueros amazónicos, honderos andinos, macanas chimúes, lanceros cañaris y espadachines aymará; todos ellos dirigidos por la élite inca como oficiales superiores.

No existía una marina como entidad militar, aunque las leyendas cuentan acerca de sus barcos de transporte adentrándose en el Océano Pacífico y navegando lejos de sus costas. La evidencia arqueológica indica que las civilizaciones andinas dependían fuertemente del mar para su supervivencia y recientes investigaciones revelan que las provincias más septentrionales del imperio incluso llegaron a comerciar con Mesoamérica.

Para el año 1527, la "pax incaica" establecida por el emperador Huayna Cápac como un régimen duradero de relativa paz y prosperidad, finalizó con la inesperada muerte de Huayna debido a la viruela; enfermedad desconocida para los incas. La viruela y otras enfermedades traídas por los europeos hicieron estragos en el Imperio inca, matando a la mayoría de los habitantes. El estado se sumió en una guerra civil en el año 1529, en la coyuntura de un gobierno prácticamente acéfalo, ya que los hijos de Huayna, el príncipe Huáscar y su medio hermano Atahualpa se enfrentaron por el control del imperio. En medio de este caos, Francisco Pizarro junto con un grupo de conquistadores españoles llegaron a Perú con la firme intención de apoderarse de la legendaria riqueza de los incas.

El Imperio incaico dejó de existir en el año 1533, cuando el Inca Atahualpa fue capturado por Pizarro y ejecutado a pesar de cumplir con el rescate acordado de dos habitaciones llenas de plata y oro. Tras esto, los españoles recurrieron a artimañas diplomáticas traicioneras para aliarse con los pueblos conquistados por el Imperio incaico (en particular con los huancas), quienes pactaron proporcionarles la cantidad de soldados necesarios para dar fin al incanato.

Sin embargo, la civilización incaica continuó existiendo hasta 1572; en parte gracias a las permanentes disputas internas entre los conquistadores españoles. A pesar de los posteriores intentos de recrear el caído imperio, nunca más una civilización andina liderada por pueblos originarios logró reconquistar la antigua gloria de los incas.

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